Ilustración (Playa de Pasjača en Konavle)
Foto: Croatia Full of life / facebook
Los croatas de la diáspora juegan un papel fundamental en el desarrollo del sector del turismo. Cada año, miles de ellos visitan la patria, no solo para renovar vínculos familiares y culturales, sino también como importantes consumidores y promotores de la oferta turística croata en el mundo. Muchos de ellos actúan como embajadores no oficiales, incentivando a otros a descubrir las bellezas de Croacia.
Croacia se está convirtiendo en un destino cada vez más atractivo para los turistas latinoamericanos: primero por el sol y el mar, pero permanecen por la cultura, la seguridad y el sentimiento de conexión con sus propias raíces. “Los mercados sudamericanos tienen un gran potencial. Un millón de descendientes de croatas de tercera y cuarta generación vive en esa región. El amor por la patria y el deseo de fomentar viajes a Croacia son extraordinariamente fuertes”, destacó Marina Šimun de la Oficina de Turismo de Croacia.
Miroslav Deur, empresario brasileño de origen croata, a través de su agencia dirige desde hace años peregrinaciones desde Brasil hacia los santuarios croatas, “Cuando conocen Croacia, regresan transformados. Es una gran riqueza que poseemos en la región.”
Las agencias de viajes en la diáspora con frecuencia ayudan a los viajeros a explorar su propia historia. Carmen Abad, desde Argentina, lo hace con especial pasión: “Si el cliente tiene raíces croatas y sabemos de qué isla proviene, intentamos organizar un encuentro con la familia. Es una experiencia que queda grabada para toda la vida.”
Colaboración entre ciudades
Los lazos entre Croacia y las ciudades de América Latina se formalizan mediante acuerdos de hermandad. El alcalde de Hvar, Rikardo Novak, cita el ejemplo del hermanamiento con la ciudad de Chovet en Argentina: “Nuestra gente que vive allí desea un vínculo formal. El consejo municipal de Hvar decidió aceptarlo.”
Acuerdos similares se han firmado también con ciudades de Chile, como Iquique. El alcalde Mauricio Soria Macchiavello subraya la importancia de estas relaciones: “Esto brinda a nuestros conciudadanos la oportunidad de conocer mejor sus raíces y el aporte de los inmigrantes croatas.”
Encuentros emotivos
Estos encuentros no son solo formales: a menudo son profundamente emotivos. “Muchos regresan cada dos o tres años. Entre ellos hay muchos parientes. Estos reencuentros suelen ser muy entrañables y conmovedores”, dice Novak.
Ya sea que viajen por vínculos familiares, fe o cultura, los croatas de América Latina representan un vínculo invaluable entre su nueva y su antigua patria. Su presencia en el turismo croata es sólida —y crece año tras año—, gracias al trabajo dedicado de la comunidad en el exterior.
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